¿Es el tomate una fruta, una verdura o una hortaliza?





El tomate es una hortaliza, eso lo sabe todo el mundo. Si se come en ensalada, se aliña con aceite y sal, no es dulce y nadie se lo merienda a bocados -bueno, casi nadie-, ¿cómo va a ser una fruta? El caso es que, desde un punto de vista científico, la cosa no funciona así, y atendiendo a la definición de “fruto”, el tomate cuadra perfectamente puesto que crece a partir de una flor polinizada. Claro que, visto así, el calabacín, por ejemplo, también es una fruta.
En realidad se trata de un debate y una pregunta mil veces repetida a lo largo de la historia. Y la solución es bastante sencilla. “El lío viene porque hay dos posibles clasificaciones, la botánica y la alimentaria, y no siempre coinciden“, nos explica el nutricionista Juan Revenga.
Así, para los botánicos, efectivamente, el tomate es indiscutiblemente un fruto, igual que el pimiento o la calabaza. Vegetales como alimento (verduras y hortalizas) son todas esas partes de la planta que usamos como ingrediente (por ejemplo tallo-apio, raíces-rábano, hojas-acelga, bulbo-cebolla, flor-alcachofa…). Por tanto, desde un punto de vista alimentario, el tomate es una hortaliza. Así que, esta vez, las dos respuestas (fruto y hortaliza) serían técnicamente correctas.
Para entender este pequeño enredo, Revenga expone algún ejemplo más, como el de la mantequilla (¿lácteo o grasa?) o el cacahuete (¿leguminosa o legumbre?). En ambos casos, la clasificación alimentaria -la mantequilla es una grasa y el cacahuete no es una legumbre- no concuerda con la clasificación en base a su origen, puesto que la mantequilla se extrae de la leche y el cacahuete pertenece a la familia de las leguminosas.
Pero la cosa se complica un poco más cuando intervienen otros factores en principio ajenos a la cuestión, como la economía o la política. ¿Puede un organismo oficial determinar si un tomate es una fruta o una verdura? Pues sí. Y de hecho, así ha ocurrido a lo largo de la historia.
Según recoge este interesante artículo de National Geographic que ha despertado nuestras dudas sobre el dichoso tomate, el mismo debate surgió en el siglo XIX en Estados Unidos a raíz de un cargamento llegado al puerto de Nueva York. No se trataba, eso sí, de una discusión etimológica sino que en este caso había razones de peso: los vegetales importados tenían que pagar unos impuestos del 10% mientras que la fruta estaba exenta de ese arancel. Fue la Corte Suprema la que dictaminó en 1893 que el tomate era un vegetal y que, por tanto, tocaba pasar por caja.
Otras veces, el razonamiento juega a favor de la fruta. Y es que en 2001 la Unión Europea determino que no sólo el tomate, sino también la zanahoria y la patata dulce son frutas. Al menos cuando son utilizadas para hacer mermelada porque, de otro modo, al producto resultante no se le podría llamar mermelada. Divertido, ¿verdad?
Pero sin duda, el caso más surrealista de esta bipolaridad entre frutas y vegetales se encuentra de nuevo al otro lado del Atlántico. Por lo visto, cada estado de los Estados Unidos tiene su propia verdura y fruta oficial y nuestro querido tomate, por ejemplo, es la fruta oficial en Tennessee y Ohio, mientras que en Arkansas comparte trono, siendo tanto la fruta como la verdura oficial.
Mención especial merece el estado de Oklahoma, donde la verdura oficial es -atención- la sandía. ¿Por qué? Muy sencillo, porque el papel de fruta ya estaba ocupado por la fresa y el senador republicano Don Barrington (muy vinculado al tema de las sandías e incluso ganador de un premio a la mejor semilla) peleó hasta conseguir convencer a las autoridades de que, dada la relación de la sandía con el pepino, ésta también debía ser considerada un vegetal.

Fuente: "La gulateca"